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La máscara de la risa

Leía el otro día un artículo por el facebook (no se exactamente en que página) sobre lo acostumbrados que estamos a ocultar estar mal, lo mal visto que está socialmente cuando estamos tristes, mostrarlo. Cuando estamos bajos de ánimos y no queremos estar con nadie o cambiamos nuestra dinámica de día, parece que tenemos que escondernos y disimular, dejar que pase para volver a mostrarnos ante la sociedad en donde solo quieren gente alegre.

No somos robots, no funcionamos con un chip que nos permite ser fríos y sin sentimientos, con el ritmo de vida de ahora casi es algo que se exige, ser productivo en tu trabajo, sin dudar,..y ante todo siempre con una risa en la cara.

Está mal visto el llorar, ¿acaso es símbolo de menos valentía? ¿Es más fuerte aquella persona que llora en el baño, la que se esconde o la que ni logra llorar? No lo creo, yo soy mucho de llorar tanto de alegría como de tristeza, me emociono fácilmente ante una noticia, un gesto,.. Antes intentaba que no se notara, apretaba los labios con fuerza hasta que sentía un dolor muy fuerte en la garganta, intentaba mover los párpados rápidamente para que las lágrimas se secaran antes de salir. Ahora cada vez creo que me cuesta más aguantar las ganas, dejo fluir las lágrimas sin más, pero muchas veces la pena puede ser tan grande que ni las lágrimas te salen de los ojos y eso, eso ya es más complicado.

Disimulamos con la familia, en el trabajo, con las amistades,…siempre con una sonrisa en la cara, es lo que se espera de ti, que seas la simpática de siempre.

Si trabajas con personas ¡más aún! no tienen la culpa de que tu cuerpo este físicamente allí pero tu mente esté en otro lugar. Si no haces los chistes habituales, si no te ven una risa en la cara como siempre acostumbras, no eres con ellos cariñosa, te preguntan, te miran raro y tú no quieres que eso ocurra, por eso al entrar te pones una risa de mentira como quien se pone un gorro de lana o una bufanda y continúas con ella hasta que llegas a tu coche.

Ahora estás del otro lado, el lado que siempre criticaste cuando vas a un banco, a una tienda, a la oficina de correos.. y te atienden con cara inexpresiva, con monosílabos. Cuando vas al INEM y ni levantan la cara del folio mientras tú les haces varias preguntas para que te resuelvan. Te das cuenta que ahora eres tú esa chica sin alegría, esa chica que tiene un mal día, una mala semana, y no quieres ser ella.

Es complicado estar mentalmente triste y que parezca que no pasa nada, es una lucha constante entre mente y cuerpo. Cuando eso sucede, cuando estás anímicamente mal, tu cuerpo se relaja, tu cara, tus ojos, tu boca vuelven al estado de tristeza profunda, hasta que ves entrar por la puerta a personas que te alegran el día y que tú se los alegras a ellos con tus palabras, con tus gestos…es difícil pero se merecen ver tu sonrisa.

Esto me hizo pensar en todas esas personas que trabajan haciendo reír, al fin y al cabo mi trabajo no consiste en eso, no me pagan por hacer reír a los demás (que yo intente ser agradable es diferente) pensé en todas esos hombres y mujeres que se dedican a HACER REÍR ya sea en hospitales infantiles, en bares, en teatros… y la gente les dice eso de “joer, tú si que te lo pasas bien en tu trabajo, siempre de risas”. Me parece un trabajo dificilísimo tener que hacer reír día a día cuando muchas veces estarán llorando por dentro, eso si es complicado.

Mientras tanto, el resto de mortales que trabajamos ante el público…decidimos si ponernos o no la máscara de la risa, pues estar mal, a veces, es necesario y no nos hace menos personas.

Sad-Clown

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Querer creer

Queda lo último ya, para que todo vuelva a la normalidad: Los Reyes Magos. Nunca tan largas se me hicieron las navidades como este año, desde principio de diciembre ya brindando y venga pinchos con unos y con otros, aún encima, como bien apreció mi amiga ayer, al coincidir las fiestas en medio de la semana, llegaba el viernes y sábado y volvíamos a empezar.

Solo queda la noche de Reyes, es una noche que se vive mucho en mi casa desde que yo recuerdo, es lo que más me gusta de estas fiestas.

El pensar qué pedir, y escribir esas cartas con renglones ya marcados que después se llevaba mi padre pues trabajaba cerca de correos y me la echaba en el buzón que tenía un león, eso era mucho más fiable que dejarla en un buzón real de cartón…Cuando nació mi hermano también tenía que pedir por él, siempre siendo consciente que hay muchos niños en el mundo y no podían traernos a nosotros tanto.

Lo que más me gustaba era colocar las zapatillas de cada uno de la familia debajo del árbol, dejar galletas y polvorones, y agua para los camellos, todo un protocolo que se hacía con ilusión y nerviosismo. Esa noche se daban muchas vueltas en la cama hasta que los primeros rayos de luz entraban por la persiana, ese era el momento en el que se podía levantar una corriendo, entrar en la habitación de sus padres y tirarse encima de la cama para despertarlos bien, despertar a todos los de la casa. Daba igual la hora que fuera, no nos mandaban volver a la cama, todos nos levantábamos y nos sentábamos para ver qué habían dejado los reyes!!

Aún hoy me parece increíble que en este país tal y como están las cosas sigamos manteniendo ese gran secreto a los niños y lo hacemos entre todos, abuelos, adultos y adolescentes, es una especie de código informal no escrito en el que una vez sabes la verdad, hay que empezar a disimular de por vida.

Por otra parte, ahora ya adulta aún no entiendo como los niños no sospechan nada ya con 3 o 4 años viendo a todos los mayores con los carros cargados de juguetes y en las tiendas toda la gente envolviendo regalos…Es algo que me parece alucinante.

No me acuerdo cómo descubrí todo el “paripé”, si me lo dijo algún niño cruel en el colegio, si vi yo algo en casa…pero recuerdo el querer creer, tenía que ser verdad! y también me acuerdo estar en la edad de medio creer y medio que no, y ver al señor del telediario tan serio informando de la llegada de los reyes, y esos señores grandes, de barba de verdad con los camellos, eso no podía ser mentira!!

Luego, cuando llega la fase en la que ya sabes que en tu casa no entran tres señores con largas barba por la noche, no son ellos quienes se comen las galletas, ni tampoco quienes dejan algo en tu zapatilla ni bajo del árbol, empieza también lo divertido, el comenzar a regalar tú y hacer el paripé de esconder los regalos, ponerlo sin que se entere, estar atenta para ver qué quiere cada uno, eso me gusta; me hace igual de ilusión que escribir la carta, ver la cara de sorpresa cuando desenvuelven los regalos que elegiste con mucho mimo y tomar todos en pijama roscón y chocolate.

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Cartas de María. Fotografía Barriguitas despeinada.

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A un mes de cumplir el primer añito…GRACIAS!!!

Los duendes de las estadísticas de WordPress.com prepararon un informe sobre el año 2014 de este blog.

Aquí hay un extracto:

La sala de conciertos de la Ópera de Sydney contiene 2.700 personas. Este blog ha sido visto cerca de 8.500 veces en 2014. Si fuera un concierto en el Sydney Opera House, se se necesitarían alrededor de 3 presentaciones con entradas agotadas para que todos lo vean.

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